miércoles, 3 de febrero de 2016

El Voudou Haitiano - III

EL VOUDOU HAITIANO - III

Por Claude Planson y Camille Delio



CUANDO EL PRACTICANTE VOUDOU MUERE, VUELVE A SER UNA PARTÍCULA DE DIOS.


Pero no debemos equivocarnos: si bien el Voudou permite en el plano individual defenderse de los malos espíritus, tener buena salud, suerte y "nanm", es decir una fuerza sobrenatural, su razón de ser es esencialmente colectiva y sus efectos se dirigen principalmente al grupo cuya cohesión mantiene. Otrora religión de la esclavitud, hoy es para el campesino haitiano el único medio de que dispone para vencer su opresiva pobreza, para lograr una vida social posible, para resolver todos los problemas de la vida y para poder inclinar el universo en su favor. No se trata de "ganar el cielo" o de "salvar su alma", sino de obtener de inmediato los beneficios necesarios. La base de su moral es "Amaos los unos a los otros" y la idea del pecado original es totalmente desconocida para ellos, lo mismo que la idea de una supervivencia individual después de la muerte.

Cuando el practicante Voudou muere se convierte en una partícula de Dios, se confunde con la gran Totalidad es decir el mar, las estrellas o el viento, y mientras está vivo utiliza su religión para vivir mejor, orienta su contacto permanente con lo sobrenatural con una finalidad práctica y terrestre.

Por lo demás, los dioses lo saben muy bien y aceptan participar en la vida colectiva. Aquí es donde se confunden drama y religión y donde el Voudou adquiere todo el valor de una tragedia antigua. Si el sentido del teatro realmente se ha perdido, basta asistir a un servicio Voudou para imaginar lo que fueron las panateneas griegas, con la 'inica diferencia de que en este caso el actor no se límita a encarnar a las divinidades sino que él mismo se convierte en divinidad. A semejanza de los tres golpes tradicionales, suena el caracol marino o lambi, y aparece Agoué, el rey del mar, el ritmo de los tambores se acelera y las hounsi visten de rojo, saltan y se convierten en llamas, pues allí están los dioses del fuego y de la guerra. La tensión aumenta. Ogou-Ferraille aúlla y se exalta y llegará al paroxismo cuando el houngan sacuda un brasero sobre sus hombros, baile bajo una lluvia de brasas o muerda fuertemente un leño encendido, escupiendo chispas. En este caso preciso, el houngan sirve a un dios que se alimenta de fuego y debe bailar entre las llamas para ser fuerte y poderoso. La explicación es simple, el fenómeno resulta anodino como fenómeno y nadie le da importancia. ¿Se sabe acaso cómo puede subir al cocotero Pié Cheche (5) el espíritu sin piernas? No obstante, es recibido con estas palabras.

"No tienes piernas
pero subes al cielo
al igual que todos los espíritus
bajas a la tierra
Cuán hermoso y cuán grandes eres...”


¿Se sabe por qué prodigio los animales se sienten felices de ser degollados, por qué un cordero no teme al cuchillo mientras come la hierba que se le tiende? Por inverosímil que parezca, los animales sacrificados no muestran ningún signo de temor, al parecer comen y danzan con los hombres, poseídos en su momento.

¿Se sabe acaso por qué una bolita de guiso hirviente puesta en la mano, durante el boulé-zin, no produce ningún dolor a los futuros iniciados como pudimos comprobar últimamente? Para los adeptos al Voudou, lo esencial no reside en el hecho de sufrir quemaduras sino en la fuerza del houngan y de la mambó que tiene al novicio de la mano. Por consiguiente, reside en la fuerza de sus dioses y de ella surge a su vez la alegría de vivir. En efecto, el milagro, el primer milagro del Voudou no es otro que la extraordinaria alegría de vivir del pueblo haitiano; estamos lejos de los fenómenos patológicos descritos con referencia a las crisis de posesión.

¿ES LA CEREMONIA VOUDOU UN SUPREMO PSICOANÁLISIS?

Para no pecar de crédulos e incompletos, debemos formular una pregunta: ¿Hay alguna explicación científica del Voudou? Si existe alguna, debe situarse en un  plano psicoanalítico, en el nivel de una integración total del super yo con el individuo; en otras palabras la crisis bosal señalaría el pasaje definitivo al estado adulto y las crisis posteriores la liberación del "yo" que, al no ser desvalorizado, puede actuar. con el máximo de sus posibilidades. "Resulta notable que una agrupación momentánea reunida para cumplir una tarea (las danzas de posesión) produzca inevitablemente, por así decirlo, la individualidad" (Jean Duvígnaud: El Actor). En otras palabras, la activación de un mito arcaico mediante la danza contribuye a crear una participación que crea individualidad. He ahí toda la finalidad del psicoanálisis colectivo. Y Jean Duvignaud agrega: “Si como piensa Roger Bastide, ciertas manifestaciones míticas constituyen una realización sociológica auténtica, ello significaría que la sociedad o el grupo social produce el ser mediante las danzas de posesión y el ser colectivo al individualizarlo. Tal vez tenemos aquí el eslabón intermedio entre la vida social y el individualismo..."

Sea como fuere, una sociedad de conciencia mítica vive en un tiempo circular y por consiguiente no debe extrañar que resulte completa. Por último, podría objetarse que en este caso se confunde magia con religión. Pero para el adepto del Voudou todo se confunde y se imbrica, no lo olvidemos, y la magia desempeña un papel importante.

"La religión se somete a lo invisible, la magia contraría a lo visible", escribe Raymond Abellio.  La sumisión a lo invisible parece total; en cuanto a la magia, dejemos que responda Levi-Strauss: "Si pretendiéramos reducir el pensamiento mágico a un momento o a una etapa de la evolución técnica y científica nos privaríamos de todo medio de comprenderlo... El pensamiento mágico no es un principio, un comienzo, un esbozo, la parte de un todo aún no realizado, constituye un sistema bien articulado, independiente en este sentido de ese otro sistema que constituirá la ciencia, salvo la analogía formal que los asemeja y que hace del primero una especie de expresión metafísica del segundo. Por lo tanto, en vez de oponer la magia a la ciencia, sería mejor situarlas paralelamente como dos formas de conocimientos desiguales en cuanto a los resultados teóricos y prácticos."

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NOTA

5.- Considerada al mismo tiempo como un espíritu andrógino y como un espíritu siamés. Pié Cheche lleva dos nombres: Ti Jean para su parte masculina y Marinette para su parte femenina.

lunes, 1 de febrero de 2016

El Voudou Haitiano - II

EL VOUDOU HAITIANO.
UNA RELIGIÓN CUYA MAGIA CONTRARÍA EL MUNDO VISIBLE - II

Por Claude Planson y Camille Delio.

UNA CEREMONIA QUE IMPLICA UNA
ENORME CONCENTRACIÓN DE ENERGÍA PSÍQUICA

Ese circuito "mágico" es doble: un circuito aparente en forma de un espacio sagrado vinculado de las hounsi (jóvenes iniciadas que forman el coro) y al Poste, situado en el centro, considerado el "camino de los Espíritus" y mantenido en el suelo por el juego complicado de los Vevés. Por último, un circuito inconsciente y colectivo vinculado y revelado indudablemente en cada individuo durante la iniciación (4) y base de mitos y ritos milenarios. El houngan y la mambó cierran el circuito y establecen el contacto. Se suceden saludos, desfiles de banderas, piruetas, "giros", libaciones en los cuatro puntos cardinales, prosternaciones y encantamientos. Entonces todo se torna posible, imprevisible y sometido a innumerables variantes. Entonces los Dioses se muestran, susurran lo que quieren y cabalgan sobre quienes ellos quieren. Entonces los cuerpos vacilan y se desarticulan, se transforman y despersonalizan, lanzados al espacio o proyectados al suelo, dispersos o reconstituidos en una danza fantástica e ilimitada que fascina y llega, porque escapa del tiempo y tiene un aire de eternidad...

El trance bosal es el más impresionante. Llamado así en recuerdo de los negros bosales llegados de Santo Domingo y que tenían un humor salvaje, es violento, tumultuoso e indisciplinado. Generalmente el Loa que se manifiesta en esta primera posesión será el “Maitre-Tête” (Maestro-Cabeza) definitivo del poseído que se comportará como un caballo no domado mientras su cabeza no se "lave", en otras palabras mientras su Loa no sea bautizado y fijado en una ceremonia particular mediante un emplasto de alimento aplicado en la cabeza durante varios días.

Para el practicante Voudou, resistir la voluntad de un Ser sobrenatural es un acto de rebelión, de modo que la iniciación no tiene otro fin que acostumbrar al individuo a soportar el peso de los Loas y a dejarse guiar sin resistirse. Así se llega a trances si no controlados, por lo menos sometidos, sin que ello les quite nada de su frenesí, y de los cuales puede salirse sin heridas ni dolores en los miembros.

Los rostros de los dioses son variados y sus actitudes dependen de su personalidad o de su humor. Así, Erzuli, diosa del amor, coqueta, derrochadora, ligera y caprichosa, reclama perfumes y platos dulces, mueve las caderas en forma ondulante, abraza a los hombres y sólo tiende sus pequeños dedos a las mujeres manifestando así su desdén por ellas. La vida de Erzulí es una sucesión de escándalos. amiga de varios dioses es cortejada en vano por Guedé Nibbo a quien ella desprecia por su piel demasiado negra y que la persigue embriagándose con su perfume y lamentándose con voz nasal. Como muchos Loas, Guedé Nibbo, llamado "el bravo", es doble, pues es a la vez dios de la Muerte y de la Vida; confiere el don de la doble vista y simboliza el acto de procreación, se viste de color violeta y profiere las expresiones más procaces, vigila las tumbas y baila las danzas más obscenas. Por último, no vacila en disfrazarse de cadáver o de falo gigantesco, ridículo y aterrador, en comer desmesuradamente o en echarse copas de ron en la oreja.

Así se expresa alternativamente la dualidad del hombre pues en todo momento lo sagrado se confunde con lo profano. Gracias a este carácter humano de los dioses es posible establecer una comunicación eficaz y por esa misma razón los alimentos deben satisfacer los apetitos más voraces. Ya no se trata de quemar las víctimas consagradas en los altares de piedra y de ofrecer su humo a las divinidades o de dispersar sus cenizas al viento. Los Loas Voudou tienen otras exigencias, y las carnes de animales o los alimentos vegetales se cortarán en pequeños trozos para ser arrojados al mar, sumergidos en los ríos, enterrados u ofrecidos durante una ceremonia. Así Damballah Wedo, la culebra macho, acepta un huevo crudo envuelto en harina, que tragará con la cabeza cubierta con un pañuelo, antes de arrastrarse hacia el templo guiada por la campanilla y el Asson del sacerdote y seguida de cerca por su hembra Aída. Aída Wedo simboliza la plegaria que los hombres elevan a Dios representado en esta ocasión por Damballah que se retuerce, se arrastra y ondula en el suelo, trepa a los árboles y se aferra a los postes para dejarse caer cabeza abajo como una boa.

Los individuos poseídos por Damballah no hablan, pero mueven enérgicamente la lengua y emiten un silbido entrecortado que el houngan tratará de interpretar. En realidad, la posesión implica una pérdida total de la conciencia y los Loas hacen profecías, prodigan consejos o amenazan a sus servidores sin que los poseídos conserven ningún recuerdo de las palabras que pronunciaron o de los mensajes que comunicaron personalmente.

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NOTA.

4.- La iniciación Voudou o "Kanzo", como toda iniciación es al mismo tiempo muerte y resurrección. Después de una semana de recogimiento, de abluciones y de un régimen especial, generalmente un domingo por la noche se realiza la ceremonia de acostar a los novicios y su partida a una reclusión secreta. Dicha partida se hace en publico y en mediode la emoción mas general, pues si bien su "muerte" es puramente simbólica los futuros iniciados no dejan de volver profundamente transformados. Sustraídos del mundo exterior durante ocho días, sufrirán un segundo "lavado de cabeza" destinado a establecer un vinculo definitivo con su propio Loa, el Loa "Mait-tête" puede ser el primer Loa aparecido durante el trance bosal o una herencia de familia; tal es el caso de algunos grandes houngans o mambos que adoptan en sueños los Loas de sus antepasados. Acostados sobre el lado izquierdo y cubiertos con una sábana, los adeptos se someten a una severa disciplina y no pueden hablar, reír o moverse sin autorización. En realidad, la base de la iniciación parece residir en una desconexión más o menos profunda del individuo: régimen próximo al ayuno, infusiones sedantes, unción de aceites dos veces por día, sumisión total al houngan, que tiene plenos poderes sobre su alma, hallándose representada esta ultima por diferentes partículas del cuerpo (uñas, cabellos, etc.) colocadas en un recipiente que tiene el sacerdote. La ceremonia del boulé-zin cierra este periodo de reclusión: los iniciados, lavados con agua tibia y semejantes a grandes capullos, salen cubiertos con una sábana blanca; asistidos por la mambó y sus ayudantes, la palma de la mano izquierda de cada uno de ellos se unta con aceite y se cierra luego de colocarse en ella un puñado de guiso de maiz hirviendo: las bolitas, acarameladas, se distribuirán luego entre los fieles. Fortalecidos por una prueba, los iniciados pueden salir entonces con gran solemnidad, vestidos de blanco y con el rostro cubierto de hojas de palmera. Pero no por ello dejan de ser vulnerables durante cuarenta y un días, expuestos a todos los peligros de carácter sobrenatural de los cuales se defenderán sometiéndose a una disciplina de vida muy estricta y absteniéndose de trabajar.