viernes, 27 de septiembre de 2013

Las Zapatillas del Doctor Jung


Traducción: +Thelarbus

Publicado en el Boletín asociativo No. 1 de 17 de febrero de 2006.
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Este episodio cuenta los datos recogidos por un amigo cercano de Marie-Louise, el Sr. Etter.

Había una vez una joven de 18 años, pequeña y delgada, que vestía su metro sesenta de cualquier forma, la coquetería no preocupaba mucho a Marie-Louise; pues tenía muchas otras preocupaciones en su mente. Ella quiere conocer "la verdad de las cosas".

Pero ¿dónde encontrar la verdad de las cosas?

¿Podría ser en los libros que tanto ama? ¿Podría ser en las Humanidades? ¿En la obra de los grandes autores griegos y latinos que había estudiado con pasión en la escuela secundaria? La excepcional memoria dada por su hada madrina le hizo retener todos estos textos, pero ¿realmente podemos encontrar la verdad ? A veces Marie-Louise lo duda, cuando su mirada se detiene en el paisaje alrededor del lago de Zurich.

Piensa que fue debido al destino de su padre, a su enfermedad, lo que obligó a este brillante oficial del ejército austríaco a convertirse en contable. Ella no se acuerda de Austria: sólo tenía 3 años y su hermana mayor, Marianne, sólo siete cuando su familia llegó a Suiza en 1918. Pero sueña que es una niña del corazón de Europa. Sí, así piensa... Ama la reflexión interna y, de todos modos, no es fácil comunicarse con su madre.

Esa mañana, en el bullicio habitual de la escuela, apenas si escucha a un compañero acercarse y hablar de su tía, Toni Wolff, (--pero ¿quién es esta señora?) que desea reunir a un pequeño grupo de adolescentes a petición de su amigo Carl Gustav Jung (--pero ¿quién es este señor?). Marie-Louise se entera que el Doctor Jung es un médico famoso y quiere reunirse con la juventud de su época. ¿Una invitación? ¿Por qué no? se dice...

Estaba oscura esa tarde del verano de 1932 cuando la pequeña banda parte para reunirse con el Dr. Jung en Bollingen. El cielo está negro, tanto que la fuerte lluvia y la tormenta les sorprende. Se ríen y se revuelven dentro de sus impermeables y paraguas, un poco preocupados, aún así, por llegar tan mojados. La más afectada es Marie-Louise, pues sus zapatos están chorreando. Cuando llaman al timbre y la alta figura del Doctor Jung aparece en el pasillo, Marie-Louise no sabe qué hacer, impotente ante el charco de agua a sus pies. Entonces, viéndola así, Carl Gustav Jung va a buscar sus propias zapatillas y se ofrece a prestárselas... en parte para consolar a la joven, en parte para preservar las alfombras. En este día de 1933, Marie-Louise von Franz calzó las zapatillas del Dr. Jung, sin saber siquiera que así comenzaría la compañía de toda una vida con la complicidad del cielo lluvioso.


domingo, 15 de septiembre de 2013

Entrevista a Jean Shinoda Bolen


Jean Shinoda Bolen tiene 75 años (2004). Es de familia japonesa y nació y vive en Los Ángeles. Analista Junguiana y profesora de psiquiatría en la Universidad de California. Cree  que la espiritualidad une y las religiones dividen.

-¿Quejarse es perder el tiempo?

-¡Claro!

-Hay mucho que aprender…

-Por eso a mi me interesan las mujeres maduras, con humor y activas. A partir de los 40 años empieza lo mejor si eres capaz de darte cuenta de la cantidad de cualidades potenciales que hay dentro de ti. Entonces te entran ganas de convertirte en bruja.

-No se yo…

-Se lo diré de otra manera: una bruja es una persona con poder personal.

-Eso me gusta.

-Las brujas sabias dicen la verdad con compasión, y no comulgan con lo que no les gusta, pero no tienen la rabia de las mujeres más jóvenes. Algunos hombres excepcionales pueden llegar a ser brujas, los que tienen compasión, sabiduría, humor y no están supeditados al poder.

-¿Algo más?

-Sí. Las brujas sabias son capaces de mirar hacia atrás sin rencor ni dolor; son atrevidas, confían en los presentimientos, meditan a su manera, defienden con firmeza lo que más les importa, deciden su camino con el corazón, escuchan su cuerpo, improvisan, ni imploran, ríen, y tienen los pulgares verdes.

-¡…!

-Quiero decir que tienen mano con las plantas. Y también con los animales. Primero aprenden a amar lo que hacen, luego alientan a otros al crecimiento. Saben reconocer lo frágil y lo que tiene valor, y también lo que debe ser podado.

-¿Hay que esperar a la vejez para ello?

-Cuanta más edad, más camino aprendido. La observación compasiva de la Vida de los demás te enseña mucho, y las mujeres sabias se pasan mucho tiempo observando. Algunas mujeres, muy pocas, son sabias a partir de los 30 o 35 años; esas a los 60 son increíbles.

-¿Qué nos quiere transmitir?

-Que las mujeres tienen la oportunidad de cambiar el mundo en las próximas décadas. Pero que si no lo hacen ya, probablemente ya no lo harán.

-¿Por qué dice eso?

-Tras el extremo feminismo de los 70, ahora el péndulo se haya en el centro por eso tenemos que aprovechar este momento. Las mujeres que se lo permiten pueden hoy llegar al equilibrio, a ser completas, fuertes y vulnerables al mismo tiempo.

-¿Un camino colectivo?

-Por supuesto. No tengo la menor duda de que un pequeño grupo comprometido puede cambiar el mundo. En realidad, así ha sido hasta ahora.

-¿Y cuál es el secreto para lograrlo?

-El millonésimo círculo. Yo aliento a las mujeres a formar círculos que tengan un componente espiritual. Simplemente escuchando los problemas, anhelos y miedos de otras mujeres y contando los tuyos, adquieres fuerza.

-Perdone, pero por qué en un círculo.

-Cuando uno está sentado en círculo y en silencio se da cuenta de que hay una conexión espiritual con poder transformador. Yo pertenezco a uno desde hace 18 años: encendemos una vela, guardamos silencio, contamos lo que nos preocupa, debatimos, y juntamos nuestras energías con un propósito.

-¿Convocan el poder interior?

-Interior y exterior. La espiritualidad, la física cuántica y el budismo dicen lo mismo: Todo y todos estamos interconectados y por tanto lo que cada uno haga influye en el mundo. Los círculos de mujeres transforman el mundo a través de la activación del Campo Mórfico de la teoría de Rupert Sheldrake.

-¿El centésimo mono?

-Sí, este biólogo desarrolló la hipótesis de que cuando una masa crítica de monos llega a un determinado conocimiento, este se transmite de forma intuitiva e instantánea a todos los miembros de su especie. Del mismo modo, un número crítico de círculos de mujeres puede activar las cualidades femeninas tan necesarias para que el mundo cambie.

-¿Por qué no círculos mixtos?

-Entre mujeres hay una conexión natural. Algunos estudios evidencian que cuando una mujer que sufre estrés habla con otra mujer, ambas liberan la hormona de la maternidad que provoca que el estrés descienda.

-Curioso

-Si las mujeres estuvieran implicadas en los procesos de paz, todo sería más fácil, ¡pero si los que la negocian son machos alfa…!

-¿Qué ocurre cuando se encuentran un hombre y una mujer estresados?

-Cuando un hombre estresado se encuentra con otro, segregan testosterona, que provoca huída o enfrentamiento. Pero si ese mismo hombre se encuentra con una mujer que le comprende, una bruja sabia, su adrenalina baja y su autoestima sube. Y basta solamente con que se siente a su lado.

-Es bonito eso que dice.

-Estamos llenas de recursos poderosísimos a los que no prestamos atención, como por ejemplo el conocimiento intuitivo. Estos conocimientos se pueden desarrollar en los círculos.

-¿Que camino interior propone?

-Sea auténtica, sea consecuente con su persona interior y averigüe qué quiere hacer con su preciosa vida. Desde fuera intentarán contestar por usted a las preguntas esenciales, no lo permita. Desvele qué tipo de arquetipo domina en usted.

-¿A qué se refiere?


-Sus patrones internos, que yo resumo en siete arquetipos de diosa. Cada mujer tiene dos o tres dominantes, que van desde la autónoma Artemisa y la fría Atenea, hasta la nutritiva Deméter, la creativa Afrodita, o Hera, la diosa del matrimonio.

-No será tan simple

-No. Pero si podemos llevar una vida en la que el arquetipo dominante y nuestro rol en la vida coincidan, nos sentiremos satisfechas.

Fuente: Entrevista publicada en La Vanguardia