Eros y Gnosis - II
+Stephan A. Hoeller.
La
Gnosis de la Psicohistoria
La
biología humana tiene su historia, y también la tiene la mente
humana o la psique. Como era de esperar, la importancia de la
sexualidad y de su influencia en diversos aspectos de la vida humana
forman parte de esta historia de la mente. Los psicohistoriadores,
cuyas teorías contienen elementos relevantes para las preocupaciones
de la sexualidad, son numerosos. Entre los inspirados por Freud,
singular distinción pertenece a G. Rattray Taylor ("Sexo en
Historia"), mientras que entre los seguidores de C. G. Jung hay
que referirse a Erich Neumann ("La Gran Madre y el Origen y la
Historia de la Conciencia"), así como a Esther Harding ("La
energía psíquica, su fuente y meta"). Las consideraciones que
siguen a continuación utilizan las teorías de estos autores, y
amplían sus opiniones a través de ciertas ideas de los antiguos
Gnósticos.
La
protopsicología de los antiguos Gnósticos (así como de otros en la
cultura helenística), percibió tres divisiones principales de la
persona humana. La primera de ellas es materia, o cuerpo (hyle,
soma);
la segunda mente, o alma (psyche);
y la tercera espíritu (pneuma).
El punto de gravedad existencial de la vida de una persona se mueve
de acuerdo a ciertos patrones de uno de estos tres a los otros, y el
tipo de un individuo (hoy llamado tipo psicológico) estaría
determinado por cual de estos tres principios actúa como el foco
primario de su conciencia. Todas las personas son capaces de tener
experiencias de cuerpo, alma y espíritu en alguna medida, pero el
asiento de su identidad principal se encuentra dentro de uno solo.
Así, hay personas cuyas inquietudes sobresalientes son
invariablemente materiales, mientras que otras funcionan
principalmente desde un centro de conciencia alojado en su mente, y
otras miran todas las cosas desde un punto de vista que es
principalmente de un carácter que podríamos llamar espiritual.
La
presencia de cualquier individuo dentro de una u otra de estas tres
categorías no es una cuestión de accidente, sino más bien de un
crecimiento y desarrollo, o conciencia transformacional, que comienza
en el plano material y se eleva eventualmente a lo espiritual.
Cuando
aplicamos esta idea Gnóstica a la cuestión de la sexualidad humana
podemos encontrar algunos desarrollos útiles. Hay, en primer lugar,
lo que podríamos llamar un tipo hílico (orientado a la materia) de
la sexualidad. Para las personas de este tipo, la sexualidad es
primordialmente un impulso corporal, en gran parte ajeno a cualquier
sentimiento o consideración por el compañero en el sexo, e incluso
inicialmente ignoraba los posibles resultados de la copulación en la
reproducción. En cierto sentido, podríamos decir que las personas
en esta etapa de desarrollo no están participando en un acto sexual,
pero se identifican con él. Un fenómeno interesante relacionado con
esto es la identificación de las personas con sus órganos sexuales,
como lo demuestran muchas obras de arte primitivo, donde hombres y
mujeres están representados con órganos sexuales
desproporcionadamente grandes. Similarmente, se puede notar el uso de
palabras que denotan órganos sexuales, al describir a un individuo,
en el lenguaje de la jerga obscena. Todas estas son evidencias de la
identificación de todas las personas con sexo. Los hombres son
simplemente portadores de falos y portadores de vagina, no son
personas, sino encarnaciones de su sexualidad. La sexualidad hílica,
en sus etapas posteriores, también se involucra en la idea de la
descendencia. Así, los hombres van a considerar a sus parejas no
como personas, sino como las madres potenciales o reales de sus
hijos, y las mujeres ven a los hombres como seres capaces de darles
hijos. En cada caso se trata de un fenómeno primitivo, una
manifestación de impulsos hílicos o biológicos (hay que reconocer
que el impulso de tener descendencia es un impulso tan primitivo e
inconsciente como el que nos mueve a la relación sexual.) La noción
de que el deseo de los niños es de alguna manera más moral y
refinado que el deseo sexual es una tontería. Los psicohistoriadores
freudianos tienden a llamar a la fase hílica de la sexualidad
"Matrística", identificándola con la dominación arcaica
de los hijos por la Madre. La sexualidad Matrística es bastante
permisiva, incluso promiscua y polimorfa, y conduce a la formación
de "culturas de vergüenza" y al desarrollo del tabú del
incesto. El término "oral" se aplica a su calidad por los
escritores freudianos.
En
la siguiente etapa de desarrollo, la sexualidad se vincula con la
emoción y el pensamiento. Habiendo tenido lugar el desarrollo del
ego, la conciencia ahora desea someter al inconsciente y así
desarrolla numerosos dispositivos para el control del impulso. Este
es el período más grande de la represión sexual, y la fase en que
las cuestiones de la ley y el mandamiento cobran una gran
importancia. La terminología Gnóstica llama a esta fase "Psíquica",
porque es aquí donde el complejo mente-emoción llamado "psique"
(alma o mente) se vuelve dominante. Mitológica y simbólicamente
este yo o mente está frecuentemente conectado con el principio
masculino, y así encontramos que la humanidad psíquica tiende a ser
patriarcal y masculina en su orientación y, por consiguiente,
predomina una visión negativa de la feminidad y de la sexualidad
femenina. Los hombres en su deseo de control de los impulsos
comienzan a ver a las mujeres como tentadoras, como criaturas
instintivas que tienen que ser sometidas y controladas. La psicología
Junguiana llama a esto la "fase patriarcal", mientras que
los escritores freudianos se refieren a ella como "patrística"
o identificadora de padre, y su tendencia predominante se dice que es
"anal." Es obvio que las influencias culturales dominantes
de la sociedad occidental son predominantemente de esta variedad, y
que la mayoría de estas influencias provienen de raíces religiosas
dentro de la religiosidad semítica del judaísmo, el islam y el
cristianismo no Gnóstico. Esta fase del desarrollo de la conciencia
está muy unida a la institución del matrimonio, y sus principales
tabúes son contra el adulterio y la homosexualidad. Su resultado es
la llamada "cultura de la culpa".
La
tercera fase, o neumática, es la más difícil de discutir, porque
denota una forma o estado de conciencia tan raro hoy como lo fue en
los siglos II y III. Sin embargo, hay pocas dudas de que varios
Maestros Gnósticos antiguos, especialmente Valentín, imaginaron
esta condición espiritual como una unión de los aspectos masculino
y femenino del ser humano con una consecuente "androginización",
que sin duda también tendría su reflejo en la esfera sexual.
Mientras los padres de la Iglesia anti-Gnósticos, con feroz
inconsistencia acusaban a los Gnósticos de excesivo ascetismo y
licenciosidad al mismo tiempo. Los descubrimientos más recientes de
los escritos Gnósticos indican que, dichos Gnósticos, estaban
empeñados en una misteriosa pneumatización (espiritualización
pneumática) de la sexualidad, proceso que se encarna en el
sacramento Valentiniano de la Cámara Nupcial. Uno de los principales
resultados del estado neumático de la Gnosis es la capacidad del
Gnóstico de elevarse por encima de la ley (antinomianismo) y de ser
motivado ya no por el mandamiento externo de la llamada revelación,
sino por el mandato interno del residente Espíritu divino. Esto
podría ser visto como la forma más elevada de la situación ética,
inspirada por la intuición, más que por cualquier consideración
racional. El principio es compatible tanto con la ética de la
filosofía existencial como con la psicología Junguiana. El Gnóstico
neumático ya no puede confiar en ningún mandamiento externo, sino
que debe vivir del coraje existencial de las decisiones morales
diarias. En palabras de Sartre "está condenado a la libertad".
C. G. Jung también previó una condición dentro del proceso de
Individuación donde las leyes morales de la sociedad y de la iglesia
se relativizan y, de hecho, no tienen sentido para el crecimiento
espiritual del individuo. Lo correcto y lo incorrecto se convierten
en una cuestión de elección personal basada en la comprensión
espiritual, en lugar de en las normas derivadas de un código
entregado por dios o por la sociedad.
Las
implicaciones sexuales de la fase neumática del crecimiento de la
conciencia son considerables. Con la fusión de las actitudes
masculinas y femeninas en la psique, se puede esperar que surja una
sexualidad plenamente madura. El amor se convierte en el cumplimiento
de la ley, y no hace falta decir que este amor también tendrá
expresiones sexuales. Tampoco las expresiones de este amor estarán
en modo alguno limitadas por las instituciones y los prejuicios
humanos, ya se trate del estado civil, del género del amado o de la
permanencia o impermanencia de la relación amorosa. El espíritu
sopla donde quiere. Las instituciones humanas y las consideraciones
terrenales deben palidecer ante el amor neumático. La acusación de
libertinaje lanzada contra los Gnósticos por Ireneo, Hipólito y
otros se revela así como el tipo de malentendido que el Gnóstico
contemporáneo podría enfrentar también. La moralidad intuitiva del
pneumático puede ser fácilmente confundida por la incomprensión
con la inmoralidad y amoralidad hílica, mientras que no es nada de
eso. La fase neumática lleva, por cierto, todas las características
de lo que Erich Neumann llamó la "fase integradora", y sus
características son hasta cierto punto idénticas a lo que los
psicólogos freudianos imaginan como sexualidad "genital".
Continuará .../...
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