lunes, 28 de septiembre de 2009

Hipatía de Alejandría - I


HIPATÍA

MARTIR DE LA GNOSIS

Por Fabre D'Essart

- Traducido por: Thelarbus -

I

Si bien es cierto que Hypatia tiene una relación bastante distante con la familia gnóstica, nos agrada situarla en el umbral de nuestra pronaos. La dulce y noble figura de la augusta virgen por la que el corazón del poeta Synesius arde con una llama pura, y la que tiene el mérito de ser, para él y para la posteridad, gratificada con el hermoso sobrenombre de "La Filósofa". Por otra parte, nuestra Iglesia no es pues una estrecha capilla donde no son venerados más que los santos ortodoxos. Nuestro Templo tiene pasillos enormes, cuyas bóvedas tienen la profundidad de los cielos, y es parecido a la Casa del Padre: hay lugar para todas las buenas voluntades y para todas las virtudes. Nosotros somos la gnosis, es decir la Ciencia, el Conocimiento total, la Inteligencia integral. Ellos son nuestros, todos aquellos cuyas manos santas y atrevidas han levantado un trozo del misterioso velo de la eterna Isis.

Esto no son más que vagas líneas filosóficas que pueden unir a nuestras concepciones el hecho de que la hija de Théon deba encontrar un lugar en esta galería, y no es solamente porque ella se consagra totalmente a la búsqueda de la Verdad, sino porque murió como martir de su fe. Es también, es sin embargo, es sobre todo porque ella era una mujer. Nosotros, quienes creemos en las influencias ocultas de las cosas y en las conyunturas de la Idea y el Verbo, hemos pensado que escribiendo un nombre de mujer en el frontón de este Panteón -y también el mejor de los mejores- nos será un precioso talismán que beneficiará y fecundará nuestra obra.

II

El padre de Hypatia tenía en Alejandría una honorable situación. Libre de angustias pecuniarias que con demasiada frecuencia paralizan las más brillantes inteligencias, había podido dedicarse sin reserva al estudio de las cuestiones metafísicas. Las matemáticas le habían atraído y se había convertido en un maestro; por ello fue el primer profesor de su hija. Por él, ella fue iniciada en las especulaciones de las altas ciencias, en la astronomía, geometría y, sobre todo, en los principios de Aristóteles del que Théon era un fanático.

Pero su última voluntad era que la educación de su querida Hypatía se dirigiese hacia los límites del saber humano. A este respecto, la envió a la Escuela de Atenas, donde ella seguía las lecciones de Plutarco el Joven y de su hija, la bella y sabia Asclepigenia. Nos permitimos creer que el ejemplo de esta joven maestra fue capaz de ejercer una influencia considerable sobre el futuro de Hypatía. Ella debió sentirse atrapado en medio de una ardiente emulación y, sin duda, soñaba con ser a su vez una gran filósofa y una aclamada profesora. Este sueño no tarda mucho en convertirse en realidad, pues he aquí que, tras unos años de ausencia de su ciudad natal, la volvemos a encontrar en Alejandría agrupando a su alrededor todo eso que la ciudad de los Ptolomeos encerraba de espíritus entusiastas del amor por la Belleza y la Verdad.

Esta ciudad y esta escuela, se harán eco de los triunfos de nuestra heroína, todo es posible...

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