sábado, 26 de enero de 2013

Psicología del Arquetipo Infantil - II


Carl G. Jung

La función del arquetipo

El motivo del niño no sólo representa algo que existió en un pasado remoto, sino también algo que existe ahora; es decir, no se trata simplemente de un vestigio sino de un sistema que funciona en el presente cuyo propósito es el de compensar o corregir, de manera significativa, la inevitable excentricidad de la mente consciente. Ésta suele concentrarse sólo en unos pocos contenidos, elevándolos a un grado máximo de claridad, lo que supone la exclusión de la conciencia de otros contenidos potenciales. Esta exclusión dará lugar a cierta unilateralidad de los contenidos conscientes. Puesto que la conciencia diferenciada del hombre civilizado constituye un instrumento eficaz para la realización práctica de sus contenidos, a través de la dinámica de la voluntad, existe tanto mayor peligro, cuanto más ejercita su voluntad, de que se pierda en la unilateralidad y termine desviándose progresivamente de las leyes y raíces de su ser. Esto implica, por un lado, la posibilidad de la libertad humana pero, por otro lado, es una fuente de transgresiones continuas contra los propios instintos. En consecuencia, el hombre primitivo, que, como el animal, permanece más próximo a sus instintos, se caracteriza por el miedo a la novedad y por su apego a la tradición. Para nuestra manera de pensar, su atraso es muy notorio, mientras que nosotros exaltamos el progreso. Pero nuestro progresismo, aunque puede dar lugar al atractivo cumplimiento de muchos deseos, va generando una deuda prometeica igualmente colosal, que debemos pagar de tanto en tanto en forma de catástrofes monstruosas. Durante cientos de años el hombre ha soñado con volar, ¡y lo que ese sueño nos ha deparado son los bombardeos masivos! En la actualidad, la esperanza cristiana de una vida más allá de la tumba nos hace sonreír, y sin embargo caemos a menudo en milenarismos cien veces más ridículos que la noción de un idílico más allá. Nuestra conciencia diferenciada está en continuo peligro de desarraigo; de ahí que necesite la compensación del aún vigente estado de la infancia.

Desde la perspectiva progresista, los síntomas de la compensación se describen en términos poco halagadores. Dado que, vista superficialmente, parece una operación dilatoria, la gente habla de inercia, atraso, escepticismo, crítica, conservadurismo, timidez, mezquindad, y así sucesivamente. Pero en la medida en que el hombre tiene una enorme capacidad para disociarse de sus propias raíces, puede también verse arrastrado inadvertidamente hacia la catástrofe por su peligrosa unilateralidad. El ideal conservador es siempre más primitivo, más natural (tanto en su sentido positivo como negativo) y, en la medida en que confía en la ley y en la tradición, más "moral". El ideal progresista, por su parte, es siempre más abstracto, menos natural y, en la medida en que es desleal a la tradición, menos "moral". El progreso impuesto por la voluntad es siempre convulsivo. El atraso podrá estar más próximo a la naturalidad, pero se ve a su vez amenazado por peligrosos despertares. La antigua perspectiva se daba cuenta de que el progreso sólo es posible Deo concedente ("si Dios quiere"), mostrándose con ello consciente de la existencia de los opuestos y repitiendo en un plano más elevado los seculares rites d'entrée et de sortie ("ritos de pasaje"). Cuanto más diferenciada se vuelve la conciencia, tanto mayor es el riesgo de ruptura con la condición de partida. La ruptura total se produce cuando se olvida el Deo concedente. La psicología tiene ahora por axioma la idea de que cuando una parte de la psique se escinde de la conciencia, sólo queda aparentemente desactivada pero, de hecho, toma posesión de la personalidad y falsea los objetivos conscientes del individuo. Por consiguiente, si se reprime el estado infantil de la psique colectiva hasta excluirlo totalmente, los contenidos inconscientes pueden terminar dominando a los objetivos conscientes e inhibir, falsear e incluso destruir su realización. El progreso viable es sólo posible con la cooperación de ambos.


El futuro del arquetipo

Uno de los rasgos fundamentales del motivo del niño es su proyección futura. El niño es futuro potencial. Por consiguiente, la presencia del motivo del niño en la psicología del individuo implica una anticipación de tendencias futuras, por mucho que a primera vista parezca una configuración retrospectiva. La vida es un flujo, una corriente que discurre hacia el futuro, y no un estancamiento o una resaca. No resulta sorprendente, entonces, que tantos salvadores mitológicos sean dioses infantiles, lo cual concuerda exactamente con nuestra experiencia de la psicología individual, que muestra cómo el "niño" prepara el camino para un cambio futuro de personalidad. En el proceso de individuación, la figura del niño anticipa la síntesis entre los elementos conscientes e inconscientes de la personalidad. Es, por tanto, un símbolo de unidad de los opuestos, un intermediario, portador de salud y de plenitud. Siendo éste su significado, el motivo del niño es capaz de las numerosas transformaciones que he mencionado previamente: puede encontrar su expresión en lo redondo, el círculo o la esfera, o en lo cuadrado como representación de otra forma de plenitud. He llamado "Self" a esta plenitud que trasciende la conciencia. El objetivo del proceso de individuación es la síntesis del Self. Desde otro punto de vista, el término "entelequia" [entelequia = fuerza vital que impulsa a un organismo hacia la autorrealización] sería preferible a "síntesis". Existe una razón empírica por la que, en determinadas circunstancias, el término entelequia resulta más apropiado: los símbolos de plenitud suelen aparecer al principio del proceso de individuación y pueden observarse frecuentemente en los sueños iniciales de la primera infancia. Esta observación apunta hacia la existencia a priori de una plenitud potencial, sugiriendo de inmediato la idea de entelequia. Pero desde el momento en que, empíricamente hablando, tiene lugar el proceso de individuación, se presenta como una síntesis. Parece pues, paradójicamente, como si algo que ya existiera se estuviera reuniendo. Desde este punto de vista, el término "síntesis" también es aplicable.

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