lunes, 11 de febrero de 2013

Eros y Agape en el Evangelio de Juan


Gilles Quispel

Entre 1948/49 viví en Roma con una beca de la Fundación Bollingen. Durante la primavera del 49, hice un viaje a Sicilia y visité Catania, donde nuestro autobús se detuvo por algún tiempo. Fui a la universidad y pedí al portero si podía ver un cierto profesor Rapisarda, cuyo libro de Arnobius yo había revisado para la Vigiliae Christianae. Sucedió, pues, que él estaba allí, de pie en el patio, rodeado por sus alumnos, irónico, humano, muy parecido a Sócrates en medio de sus discípulos. Algún tiempo después fui invitado a dar una conferencia en la universidad y él me presentó. Todavía recuerdo la poderosa elocuencia con la que proclamó la relevancia del estudio de la literatura cristiana: presentía el peligro de que la caridad cristiana desapareciera de nuestra sociedad.

Desde entonces mi atención se ha centrado en este tema central, preguntándome qué podría significar la caridad, pero sólo recientemente llegué a leer el famoso libro de Anders Nygren: Eros y Ágape. Como todo el mundo sabe ambos son opuestos: el eros es griego y egoísta, ágape es cristiano y altruista. Una síntesis de los dos ha sido tratado en la antigüedad, tanto por Pseudo-Dionisio el Areopagita como en San Agustín, aunque estos puntos de vista radicalmente diferentes no podían ser reconciliados. Así como Lutero y la Reforma optaban por la caridad, el Renacimiento lo hizo por Eros, y por la razón, por eso nunca se encontrarán los dos.

Al parecer, la base de esta impresionante teoría es algo inestable, ya que en la Biblia esta radical oposición no puede ser encontrada. Es cierto que el eros no es atestiguado por el Nuevo Testamento, aunque la palabra "agape" puede tener prácticamente el mismo significado que "eros". Para probar esta tesis me referiré a Juan 15, 12-14:

Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, 

como yo os he amado.
Nadie tiene mayor amor que este,
que uno ponga su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.


Estas palabras son vistas en su perspectiva correcta si tenemos en cuenta que el autor del cuarto evangelio, al igual que todos los escritores de la antigüedad, tuvo el derecho de componer discursos que reflejaban una situación como la que veía. Esto, por supuesto, no quiere decir que estas oraciones fueron creados de la nada. Puede muy bien haber amplificado una tradición ya existente. En este caso, podemos incluso positivamente indicar el dicho de Jesús que "Juan" está variando una y otra vez, no sólo en su evangelio, sino también en primera carta.

Jesús dijo: Ama a tu hermano como a tu alma,
protégelo como a la niña de tus ojos.

(Evangelio de Tomás, logion 25)

Esta palabra, por supuesto, no es idéntica o derivada de Marcos 12, 30-31, el mandamiento de amar a Dios y al prójimo, con el que apenas tiene una palabra en común. Su hermoso paralelismo no menciona nada más, muestra que se ha transmitido en un ambiente judío, (en oposición al origen gentil de los evangelios canónicos). El autor del Evangelio de Tomás debe haber sacado ésto de su fuente judeo cristiana. El logion nos enseña a sacrificarnos a nosotros mismos en nombre de los miembros de la hermandad a la que pertenecemos, y tener la más alta consideración por nuestros hermanos cristianos.

La Iglesia de Cristo debería ser una fraternidad y una hermandad, una sociedad de amigos. Esto sin duda es "caridad" en el sentido judío de la palabra.

Luego, en Juan 15:13, Jesús es citado como habiendo dicho que el mayor amor es dar la vida por un amigo. Esto es algo sorprendente, porque, como observa Bultmann en su comentario, uno esperaría que el mayor amor fuese amar a tu enemigo. Y luego se nos ocurre que este ideal de morir por un amigo es un locus communis de la literatura erótica.

Así Fedro dice en el Symposion de Platón, 179 b:

Por otra parte, a morir por otro están decididos únicamente los amantes, no sólo los hombres, sino también las mujeres. Y de esto también la hija de Pelias, Alcestis, ofrece suficiente testimonio ante los griegos en favor de mi argumento ya que fue la única que estuvo decidida a morir en lugar de su esposo, a pesar de que éste tenía padre y madre, a los que ella superó tanto en afecto por amor, que les hizo aparecer como meros extraños para su hijo y parientes sólo de nombre.

Al obrar así, les pareció, no sólo a los hombres, sino también a los dioses, que ella  había realizado una acción tan hermosa, que, a pesar de que muchos han llevado a cabo muchas y hermosas acciones, sólo en contados casos  los dioses han concedido el privilegio de que su alma regrese y suba del Hades es realmente muy pequeño, y, sin embargo, hicieron subir el alma la de aquélla admirados por su acción. ¡Así también los dioses honran por encima de todo el esfuerzo y el valor del amor!

En cambio, a Orfeo, el hijo de Eagro, lo despidieron del Hades sin lograr nada, tras haberle mostrado un fantasma de su mujer, en cuya búsqueda había llegado, pero sin entregársela, ya que lo consideraban un pusilánime, como citaredo que era, y no se atrevió a morir por amor como Alcestis, sino que se las arregló para entrar vivo en el Hades. Ésta es, pues, la razón por la que le impusieron un castigo e hicieron que su muerte fuera a manos de mujeres.


No así, por el contrario, fue lo que sucedió con Aquiles, el hijo de Tetis, a quien lo honraron y lo enviaron a las Islas de los Bienaventurados, porque, a pesar de saber por su madre que moriría si mataba a Héctor y que, si no lo hacía, volvería a su casa y moriría de viejo, tuvo la osadía de preferir, al socorrer y vengar a su amante Patroclo, no sólo morir por su causa, sino también morir una vez que éste había acabado ya sus dias. De aquí que también los dioses, profundamente admirados, le honraran sobremanera, porque en tanta estima tuvo a su amante. Y Esquilo  desvaría cuando afirma que Aquiles era el amante  [erastés] de Patroclo, ya que Aquiles era más hermoso, no sólo que  Patroclo , sino también que todos los héroes juntos, siendo todavía imberbe y, por consiguiente, mucho más joven, como dice Homero.

De todos modos, si bien, en realidad, los dioses valoran muchísimo ésta virtud en el amor, sin embargo, la admiran, elogian y recompensan más cuando es el amado el que siente afecto por el  amante, que cuando el amante lo siente por el amado, pues un amante es cosa más divina  que un amado, ya que está poseído por la divinidad.  Por esto también honraron más a Aquiles que a  Alcestis y lo enviaron a las Islas de los Bienaventurados.

En resumen, pues, yo, por lo que a mi respecta,  afirmo que Eros es, de entre los dioses, el más antiguo, el más venerable y de mayor dignidad  y el más eficaz para asistir a los hombres, vivos y muertos, en la adquisición de virtud y felicidad.



Asimismo Seneca puedo decir que hagas de un hombre mi amigo para tener a alguien por quien yo pueda morir (ut habeam pro quo mori possim, Epistula 9, 10).

Es un signo de Eros si un hombre da su vida por su amigo(s).

El autor del Cuarto Evangelio no era ajeno a los pensamientos y puntos de vista griegos. Incluso introdujo el fondo no-judío y típico concepto griego de "discípulo amado" y se atrevió a representar la Última Cena como una especie de Symposion en el que el alumno amado descansaba en el seno del profesor. Sabía tanto de eros como de ágape. En el pasaje hablamos de que el griego eros y el judío ágape están en una síntesis duradera.

Esto significaría, entonces, que San Agustín y Pseudo-Dionisio interpretaron correctamente la Biblia. Y si en los últimos tiempos, los líderes de la Cristiandad habían valorado más positivamente a Eros, como lo hizo Juan, la situación de la Iglesia sería más feliz en nuestros tiempos.


Nota adicional

Es evidente que el cuarto Evangelio no puede ser explicado solamente por los paralelos con el Talmud y el Midrash. Es un escrito Cristiano Helenístico y Gentil. Y sin embargo, tiene mucho en común con el típico Apocalipsis Judeo Cristiano de Juan (Cristo como Cordero Pascual, también como Nombre de Dios) que tanto se puede situar en Éfeso en el primer siglo dC.

Así que su autor fue un escritor fantasma, que revisó el Evangelio local de la mano de Juan el presbítero. El escritor fantasma hizo esto con el fin de este Evangelio fuese legible y aceptable para los hablantes griegos.

O de alguna manera ha conservado una característica Helénica del mismo Jesús, que vivía en Nazaret, que está muy cerca de la helenística ciudad de Séforis, en Galilea.

Juan es el único de los cuatro evangelistas en agregar un detalle significativo a la detención de Jesús en Getsemaní: "Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos." (18:8). Jesús muere por sus amigos.

No es impensable que un líder carismático y mesiánico sea injustamente hecho prisionero, ruega por sus compañeros y es linchado sin ningún tipo de proceso legal. Hay un paralelo de ello en los tiempos modernos. (Hugo Claus, De Verwondering, 238)

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