lunes, 21 de mayo de 2012

La Individuación: Trabajo Interior - II

Por Murray Stein


El movimiento analítico
 
Uno de los primeros usos sobre el término Junguiano: "individuación", tal vez incluso el primero, se produce en un texto de 1916: Septem Sermones ad Mortuos. Este trabajo contiene lo que creo que se puede considerar la pieza central del mito de Jung para la segunda parte de su vida. El texto, según nos indica el propio Jung en "Recuerdos, sueños, pensamientos", vino a él en un tipo de experiencia visionaria, más o menos dictada desde el inconsciente. Emergió en el transcurso de varios días, y durante los años del más intenso trabajo interno, cuyos resultados se registraron en el famoso Libro Rojo. En Septem Sermones, el Maestro, un personaje llamado Basílides de Alejandría, dice que el principium individuationis es la esencia de la creatura, y se establece la creatura aparte del Pleroma. Para el ser humano individual (es decir, Creatura), es una cuestión de vida o muerte el convertirse en separada y distinta:

"Vosotros preguntáis: ¿En qué perjudica no diferenciarse? Si no nos diferenciamos, nos desviamos de nuestra esencia, de la Creatura, y caemos en la indiferenciación, que es la otra propiedad del Pleroma. Caemos en el Pleroma mismo y dejamos de ser Creatura. Degradamos el desenlace en la nada. Esto es la muerte de la Creatura. Así pues, morimos en la medida en que no nos diferenciamos. Por ello, la aspiración natural de la Creatura apunta a la diferenciación, a la lucha contra la identidad originaria peligrosa. A esto se lo denomina el PRINCIPIUM INDIVIDUATIONIS. Este principio es la esencia de la Creatura. Vosotros veis, pues, por qué la indiferenciación y la no-diferenciación es un gran peligro para la Creatura."
(Jung, 1916a, p. 380).

El Principio de Individuación define la esencia de lo humano. Es absolutamente fundamental para los seres humanos distinguirse a sí mismos de su entorno. Esta es la naturaleza esencial de la conciencia individual: ser ella misma, por tanto debe crear distinciones y separación. Está de acuerdo con la naturaleza humana, por tanto, el buscar la Individuación. La Individuación no es opcional, no está condicionada, no está sujeta a los caprichos de las diferencias culturales. Es esencial.

El Maestro señala además que el Pleroma es Todo y Nada. Contiene todas las posibles "cualidades" psicológicas, pero sin distinción o separación. Es la materia psíquica primordial, la Gran Madre, la matriz de la que toda la conciencia surgirá. El principio fundamental del Pleroma es la inclusión, sin distinción. Fuera de esto, y en contra de ello, emerge la conciencia del individuo, cuya naturaleza esencial es el carácter distintivo y la mayoría del impulso básico es lograr la conciencia individual, es decir, un sentido de singularidad, que requiere estar continuamente haciendo distinciones entre el yo y el no-yo: No esto, no eso, sino algo distinto, algo separado y único. En el curso de hacer tales distinciones, la persona descubre (o tal vez crea) los opuestos. Los pares de cualidades opuestas salen a la luz: el bien y el mal, el tiempo y el espacio, la belleza y la fealdad, lo masculino y lo femenino. Al llegar a ser visibles, algunos de ellos atraen e invitan a la identificación y a la preferencia. La Creatura tiene la tentación de identificarse con un lado del par y repudiar al otro. De esta manera, la primera etapa de definición se consigue -y La Sombra se crea. De este modo nace también una ilusión de carácter distintivo. Mientras que esto es un paso en la dirección de la Individuación, no es todavía lo real, porque las cualidades son identificadas con lo colectivo, no con lo individual.

Esta primera etapa de la individuación se basa en la simulación de un estado psicológico de identidad con algunas cualidades que se han separado del estado pleromático. Un tanto distinta, pero sigue siendo una personalidad y carácter colectivo llegando a ser. (Esto, decía Jung, es una persona.) Pero la Individuación exige ahora el separarse de las cualidades colectivas que se han identificado con:

"Las propiedades pertenecen al Pleroma y nosotros podemos y debemos poseerlas y vivirlas sólo en nombre y signo de la diferenciación. En el Pleroma se anulan, en nosotros no. La diferenciación de ellas salva." (Jung, 1916a, p. 381)

Así, el trabajo de separación continúa, y ahora en un nivel interior profundo, la creación de una distinción entre el individuo y las cualidades que se habían adoptado para uno mismo, que se habían convertido en accesorios fundamentales propios, valores, y convicciones. La necesidad urgente de la individuación es el regreso a su naturaleza única, a su único ser verdadero ("No vuestro pensamiento, sino vuestra esencia es diferenciación. Por ello no debéis aspirar a la diversidad, como os la imagináis, sino SEGÚN VUESTRA ESENCIA", pág. 382). Esta aflicción del propio ser es un trabajo importante y se extiende a lo largo de toda la vida.

Jung (1916b) retoma este mismo tema de lo que significa convertirse en un ser individual, pero esta vez bajo la forma de una muy mito-poética conferencia psicológica que pronunció ante la Asociación de Psicología Analítica en el mismo año 1916, titulada "Über das Unbewusste Inhalte und seine." (También este es el año en que se fundó el Club de Psicología). Aquí se desarrolla por primera vez la noción de la personalidad y la forma en que se construye como un "compromiso" entre el individuo y lo colectivo. La persona se construye, dice, de las piezas de la colectividad con las que el ego se identifica en esa función para facilitar la adaptación al mundo social en que vive la persona. La persona es en realidad un "Segmento de la psique colectiva" (Jung, 1916b, párrs. 464-470), pero imita la individualidad. Su existencia puede ser, por tanto, un enemigo sutil de la Individuación si no se hace consciente como una "máscara": "Los seres humanos tienen una facultad que, aunque es de la mayor utilidad para los propósitos colectivos, es muy perniciosa para la Individuación, y es la facultad de imitación."(párrafo 463).

Esta tendencia a imitar en lugar de individualizar es la que llevó a Jung a ser tan negativo acerca de la perspectiva de los institutos y programas de formación establecidos en su nombre. "Gracias a Dios soy Jung, y no junguiano" es una de sus frases más famosas, la que muestra su visión negativa de la gente que forman una personalidad mediante la identificación con su ideas y métodos. Esto no puede resultar en nada más que en un montón de imitadores, juzgó, a través de los cuales sus ideas originales podrían convertirse en estereotipos y recetas. Cuando Joseph Wheelwright le habló a Jung acerca de la creación de un programa de formación en San Francisco -nos informa Wheelwright-, Jung se le quedó mirando como si "hubiese sido atropellado por un camión Mack, y me dijo: 'Veo que realmente no quiero enterarme de eso," -y añadió: "A decir verdad no se me ocurre nada de lo que quisiera enterarme menos, Wheelwright". (Citado en Shamdasani, 2004, p. 345). Jung fue claramente alérgico a los imitadores.

Cabe señalar, sin embargo, que la formación de los accesorios inconscientes y el forjar una identidad psicológica con personas importantes del entorno inmediato de uno, es una parte totalmente normal del desarrollo temprano. Los niños se apegan a sus madres, y entran en un estado de "participación mística" con sus cuidadores cercanos. Esto es en realidad una forma primitiva de comunicación a través de los canales inconscientes. El bebé puede indicar la necesidad y el sentimiento a su madre en una manera no-verbal que la madre registra a través de su profunda identidad con el bebé. Esta comienza incluso en el vientre a través de una sintonía de la madre sensible con el feto. Más tarde, el niño va a establecer relaciones similares con otros familiares y finalmente con el barrio, tribu, escuela, ciudad y nación. Con todos estos elementos del medio ambiente la persona, en desarrollo, entra en la "participación mística". A través de la existencia de este tipo de identidad humana, que es un personalidad socialmente construida, lo colectivo da voz a sí mismo. Uno se convierte en un buen ciudadano, un leal hijo o hija, un empleado de confianza, un marido o una esposa fiel, un profesional ético, y la gente siente la confianza que le puede prestar a una persona confiable y respetuosa. Estas personas pueden hablar en nombre de la familia, de la comunidad e, incluso, de la nación o de la totalidad de la humanidad, pero no de sí mismos como individuales.

Si permanecen inconscientes de la personalidad, su verdadera individualidad permanece latente y escondida, y simplemente asumen el papel de portavoz de las actitudes colectivas con las que se ha identificado. Si bien esto puede servir a sus intereses hasta un cierto punto, porque todo el mundo después de todo tiene que adaptarse a la sociedad y a la cultura, y una personalidad bien construida es una clara ventaja para los propósitos prácticos de supervivencia y éxito social, para él la Individuación no es un fin sino sólo un comienzo. Jung concluyó su discurso afirmando que "La individualidad es el principio que hace posible, y obliga si es necesario, a una diferenciación progresiva de la psique colectiva" (párrafo 514). La Individuación es una fuerza de la naturaleza, cada pedacito es tan fuerte y persistente, desde el punto de vista de Jung, como es el instinto sexual y el deseo de poder. Si no se elige conscientemente, el impulso hacia la Individuación puede producir extrañas vueltas y revueltas en el curso de la vida, ya que insiste en la individualidad en los más inesperados lugares y en los momentos más inoportunos. Jung vio este tipo de conflictos como una posible causa de neurosis.

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