martes, 26 de agosto de 2008

ESPERANZA

Por Sophia Iatromantis
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Las ruedas dentadas que conforman el alma del reloj del tiempo han dado una vuelta completa en su antigua maquinaria. La espiral del tiempo se reorienta y culmina el ciclo.

Y… ¿qué espero? ¿en qué tengo esperanza?

Tengo esperanza en mis hermanos, los hombres. Tengo esperanza en que vayan creando su conciencia y despierten de una vez. Que sacudan los sueños que llenan sus ojos de telarañas costumbristas y empiecen a ver su Realidad.

Espero que dejen de transitar por este mundo como almas sin esperanza, perdiéndose en continuas charlas internas, y cultiven el Silencio.

Espero que las vestiduras de la apariencia de las cosas no hagan que en sus corazones se genere codicia, y que sean mejor los ojos del Espíritu quien los guíe para contemplar lo real.

Cuando me acuesto, capto las pesadillas de la humanidad, capto su dolor, su pérdida y su búsqueda… pero ellos no recuerdan, y yo soy quien deambula recogiendo cada rayo de luz de sus almas, para encender la llama del Templo de sus corazones, con la esperanza de devolverles a la Unidad.

Desearía ser el pensamiento fresco que les traiga el alba, y desentumezca los interiores desprovistos de amor, amor a su propia Naturaleza, dejando que el vacío olvide su último inquilino, el corazón de los somnolientos hombres.

Anhelo que sepan ver lo transcendente, el milagro de su existencia, y esbocen una cálida sonrisa ante cada amanecer atisbando, en cada mañana, algún retazo de la verdadera luz de sí mismos y de todo lo que se manifiesta a su alrededor, entonando un canto de símbolos en reconocimiento a su Esencia.

Espero un nuevo amanecer donde la Voz que resuena en cada uno, sea oída sin que las cadenas del raciocinio les impidan volar hacia un cielo infinito.

Quizás, la esperanza que vive en mi interior, sea un vaticinio de lo que nos espera comprobar a los ya nacidos; quizás es el deseo del corazón de un hombre que palpa las emociones, tesoros y misterios nacidos desde su interior.

Quizás yo sólo sea una loca, ilusa, o visionaria, pero tengo esperanza en que cada hombre se reconozca en los demás. Perciba que todos somos hojas de un mismo árbol y que todo lo que vemos en los demás, es un reflejo de nosotros mismos esperando ser aceptado o transcendido bajo el abrigo de los brazos del Amor Universal.

Tengo esperanza en que podamos volar, con las alas de nuestro corazón, hacia las estrellas y recuperemos nuestra verdadera identidad.

Anhelo que mis hermanos, los hombres, sepan que son parte del Todo y que deben ser los exponentes de la conciencia que lo anima, y así lo cuiden y beban en los ríos de Sabiduría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimada Hermana
Comparto tu esperanza, pero a diferencia de ti yo sólo estoy por ahora en el anhelo de que loa hombres despierten. En cambio tu esperanza, no sólo anhela sino que actúa. Y muestra de ello es el tiempo que dedicas junto a tu Hermano a desplegar bellas palabras que llegan al corazón y al oído de los que están reclamándolas.
gracias
ml