Gilles Quispel
Traducción: +Thelarbus
El mismo concepto se encuentra en Egipto. Esto no resulta en absoluto sorprendente si el cristianismo fue traído a este país por judíos cristianos. Es cierto que lo encontramos en la Pistis Sophia, capítulo 61. Y puede ser cierto que el concepto, en su forma actual, es Gnóstico. Pero la idea subyacente debe ser judeo-cristiana, como lo demuestra el paralelismo existente entre Aphrahat y Hermás. En la Pistis Sophia, María, la madre del Señor, dice que antes de que el Espíritu haya descendido sobre Jesús en su bautismo, el mismo Espíritu se acercó a ella en su casa asemejándose (epheine) a Jesús. María no lo reconoció y pensó que era Jesús. El Espíritu le dijo: ¿dónde está Jesús, mi hermano, que quiero encontrarlo? María le ata a una pata de la cama y va a buscar a Jesús, que vuelve a casa. "Y te miraba y encontró que se te asemejaba. Y fue liberado de la cama. Él te abrazó y te besó, y tú también le diste un beso, y se convirtieron en uno (oua ñouôt)".
El Espíritu Santo es considerado aquí como el ángel guardián e imagen (iqonin) de Jesús, que forma un todo con él. Tenemos motivos para suponer que éste era un tema muy conocido en la Iglesia de Alejandría. Esto se puede ver en un pasaje "De principiis" II, 10,7 de Orígenes. Orígenes trata de interpretar el complicado pasaje de Lucas 12:46 sobre el Señor, que se corta en dos (dichotomèsei), su siervo infiel puso su "parte" con los infieles. Después de ofrecer varias soluciones posibles para estas palabras problemáticas, el doctor de la Iglesia de Alejandría ofrece una tercera interpretación de lo que esta separación significa en realidad: con cada creyente, aunque sea el más pequeño en la iglesia, se dice que un ángel está presente, que, de acuerdo con el Salvador, contempla en todo momento el rostro de Dios. Si este hombre se convierte en indigno por la desobediencia, entonces este ángel, que fue, por supuesto, uno con el hombre a quien se le asignó (qui utique unum erat cum eo, cui praeerat), se dice que le es quitado. Entonces "su parte", que es la parte que consiste en su naturaleza humana, es arrancada (avulsa) de la parte de Dios, y es contado entre los incrédulos, porque no hizo caso cuidadosamente a las sugerencias del ángel que Dios le había asignado.
El hombre es sólo una parte del todo; su ángel guardián es su contraparte. Perdición es la interrupción de esta unidad. Y así, la felicidad no puede ser otra cosa más que la unión perfecta de los dos.
Incluso antes de Orígenes, Clemente de Alejandría nos muestra que existía una tradición especial en Egipto sobre el ángel guardián. En su "Excerpta ex Theodoto" (10-15) da algunas notas acerca de la corporalidad y "espacialidad" de la palabra espiritual que son francamente sorprendentes en las obras de un platónico. En general se acepta que esta teoría del materialismo radical, construída bajo premisas estoicas, no sólo es incompatible con el inflexible platonismo de Clemente, sino también rechazada por él. Clemente aquí sigue a una determinada fuente. Hace mucho tiempo, se señaló que esta fuente tiene mucho en común con uno de los pasajes más provocativas de las Homilías Pseudo-Clementinas 17,7,2.
Allí se dice que el primero y gran mandamiento es temer a Dios, cuyo rostro los ángeles de los fieles están permanentemente contemplando (Mt. 18:10). Es posible ver a Dios porque tiene una forma y todos los miembros (del cuerpo). Esto es para que los puros de corazón lo puedan ver (Mt. 5:8). Porque Dios tiene una forma visible, la imagen de Dios en el hombre es su apariencia externa del cuerpo.
La fuente de Clemente no dice exactamente lo mismo. Los siete Primeros-Creados ángeles se dice que contemplan a Cristo, porque la faz del Padre es el Hijo:
"Ellos (los Creados en primer lugar) "ven continuamente el rostro del Padre" (Mt.18, 10) y el rostro del Padre es el Hijo, por quien el Padre es conocido. Sin embargo, lo que ve, no puede ser sin forma o incorporal. Aunque no ven con los ojos de los sentidos, sino con el ojo de la mente, como el Padre provee. Cuando, por lo tanto, el Señor dijo, "no despreciar a uno de estos pequeños. De cierto os digo, que sus ángeles ven siempre el rostro del Padre" (Mt. 18:10), como es el patrón, por lo que será el elegido, cuando hayan recibido el perfecto avance. Sin embargo, "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt. 5:8). Y ¿cómo podrían mirar a la cara de un ser deforme?" (Exc. ex Theodoto 10, 11.6, 2)
Está claro que la tradición contenida en las Clementinas se ha sometido a una revisión por manos de un teólogo competente, que puede, o no, haber sido predecesor de Clemente de Alejandría: Pantaenus. Esto se trasluce en el hecho de que la dimensionalidad del mundo espiritual sigue siendo siempre destacada. Ni los arcángeles, ni los siete ángeles Creados en Primer Lugar (Protoktistoi), ni siquiera el propio Hijo, se indica que sean sin forma e incorporales. Pero Dios mismo es sin forma. Él toma forma en Cristo, que se dice que es su rostro o Prosôpon.
Traducción: +Thelarbus
El mismo concepto se encuentra en Egipto. Esto no resulta en absoluto sorprendente si el cristianismo fue traído a este país por judíos cristianos. Es cierto que lo encontramos en la Pistis Sophia, capítulo 61. Y puede ser cierto que el concepto, en su forma actual, es Gnóstico. Pero la idea subyacente debe ser judeo-cristiana, como lo demuestra el paralelismo existente entre Aphrahat y Hermás. En la Pistis Sophia, María, la madre del Señor, dice que antes de que el Espíritu haya descendido sobre Jesús en su bautismo, el mismo Espíritu se acercó a ella en su casa asemejándose (epheine) a Jesús. María no lo reconoció y pensó que era Jesús. El Espíritu le dijo: ¿dónde está Jesús, mi hermano, que quiero encontrarlo? María le ata a una pata de la cama y va a buscar a Jesús, que vuelve a casa. "Y te miraba y encontró que se te asemejaba. Y fue liberado de la cama. Él te abrazó y te besó, y tú también le diste un beso, y se convirtieron en uno (oua ñouôt)".
El Espíritu Santo es considerado aquí como el ángel guardián e imagen (iqonin) de Jesús, que forma un todo con él. Tenemos motivos para suponer que éste era un tema muy conocido en la Iglesia de Alejandría. Esto se puede ver en un pasaje "De principiis" II, 10,7 de Orígenes. Orígenes trata de interpretar el complicado pasaje de Lucas 12:46 sobre el Señor, que se corta en dos (dichotomèsei), su siervo infiel puso su "parte" con los infieles. Después de ofrecer varias soluciones posibles para estas palabras problemáticas, el doctor de la Iglesia de Alejandría ofrece una tercera interpretación de lo que esta separación significa en realidad: con cada creyente, aunque sea el más pequeño en la iglesia, se dice que un ángel está presente, que, de acuerdo con el Salvador, contempla en todo momento el rostro de Dios. Si este hombre se convierte en indigno por la desobediencia, entonces este ángel, que fue, por supuesto, uno con el hombre a quien se le asignó (qui utique unum erat cum eo, cui praeerat), se dice que le es quitado. Entonces "su parte", que es la parte que consiste en su naturaleza humana, es arrancada (avulsa) de la parte de Dios, y es contado entre los incrédulos, porque no hizo caso cuidadosamente a las sugerencias del ángel que Dios le había asignado.
El hombre es sólo una parte del todo; su ángel guardián es su contraparte. Perdición es la interrupción de esta unidad. Y así, la felicidad no puede ser otra cosa más que la unión perfecta de los dos.
Incluso antes de Orígenes, Clemente de Alejandría nos muestra que existía una tradición especial en Egipto sobre el ángel guardián. En su "Excerpta ex Theodoto" (10-15) da algunas notas acerca de la corporalidad y "espacialidad" de la palabra espiritual que son francamente sorprendentes en las obras de un platónico. En general se acepta que esta teoría del materialismo radical, construída bajo premisas estoicas, no sólo es incompatible con el inflexible platonismo de Clemente, sino también rechazada por él. Clemente aquí sigue a una determinada fuente. Hace mucho tiempo, se señaló que esta fuente tiene mucho en común con uno de los pasajes más provocativas de las Homilías Pseudo-Clementinas 17,7,2.
Allí se dice que el primero y gran mandamiento es temer a Dios, cuyo rostro los ángeles de los fieles están permanentemente contemplando (Mt. 18:10). Es posible ver a Dios porque tiene una forma y todos los miembros (del cuerpo). Esto es para que los puros de corazón lo puedan ver (Mt. 5:8). Porque Dios tiene una forma visible, la imagen de Dios en el hombre es su apariencia externa del cuerpo.
La fuente de Clemente no dice exactamente lo mismo. Los siete Primeros-Creados ángeles se dice que contemplan a Cristo, porque la faz del Padre es el Hijo:
"Ellos (los Creados en primer lugar) "ven continuamente el rostro del Padre" (Mt.18, 10) y el rostro del Padre es el Hijo, por quien el Padre es conocido. Sin embargo, lo que ve, no puede ser sin forma o incorporal. Aunque no ven con los ojos de los sentidos, sino con el ojo de la mente, como el Padre provee. Cuando, por lo tanto, el Señor dijo, "no despreciar a uno de estos pequeños. De cierto os digo, que sus ángeles ven siempre el rostro del Padre" (Mt. 18:10), como es el patrón, por lo que será el elegido, cuando hayan recibido el perfecto avance. Sin embargo, "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt. 5:8). Y ¿cómo podrían mirar a la cara de un ser deforme?" (Exc. ex Theodoto 10, 11.6, 2)
Está claro que la tradición contenida en las Clementinas se ha sometido a una revisión por manos de un teólogo competente, que puede, o no, haber sido predecesor de Clemente de Alejandría: Pantaenus. Esto se trasluce en el hecho de que la dimensionalidad del mundo espiritual sigue siendo siempre destacada. Ni los arcángeles, ni los siete ángeles Creados en Primer Lugar (Protoktistoi), ni siquiera el propio Hijo, se indica que sean sin forma e incorporales. Pero Dios mismo es sin forma. Él toma forma en Cristo, que se dice que es su rostro o Prosôpon.
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