sábado, 12 de noviembre de 2011

Genio y Espíritu - VI -Final-


Gilles Quispel

Traducción: +Thelarbus


Pero el Ángel de la pneumatología judeo-cristiana no es sólo útil para la interpretación de la Gnosis Valentiniana, que también podría ser relevante para el descubrimiento de la perspectiva correcta desde la que se puede investigar la experiencia religiosa de Mani.


El Doble o Self celestial que inspiró a Mani, lo protegió y esperó a la hora de la muerte, era un ángel (el ángel at-Taum), más específicamente un ángel guardián, y al mismo tiempo el Paráclito, el Espíritu Santo. "Ángel" es un término propio de Mani. En las Homilías Maniqueas, se dice que durante su trance había recibido su sabiduría de Dios a través de su ángel.


A menudo se ha dicho que este concepto es de origen iraní. Entonces hay que ignorar el término "ángel" y asumir que el título Paráclito se le dio más tarde a Mani por los maniqueos occidentales que trataron de cristianizar superficialmente una no muy cristiana religión. El descubrimiento del "Cologne Mani Codex" ha refutado esta muy especulativa y exagerada teoría. Mani se crió en una congregación de judíos cristianos Elkesaitas en el sur de Babilonia.


Mucho más académico fue el esfuerzo de Erik Peterson para relacionar la experiencia de Mani con la teología de Taciano. Como cuestión de hecho, Taciano, en su Discurso contra los griegos (Cap. 13), dice que el Espíritu forma una syzygia con el alma y así la lleva al cielo. Ahora bien, en el nuevo Codex Mani el Gemelo (que es el Espíritu) se llama syzygos. Puede ser que esta palabra llegase a Mani o a los Maniqueos desde los escritos de Taciano, al igual que el título Paráclito proviene del Diatessaron de Taciano. Pero también es posible que Mani ya hubiese encontrado en su ambiente judeo-cristiano los términos adecuados para expresar en palabras su abrumadora experiencia.


Hemos visto antes que, según Hermás, el ángel del (profético) espíritu es el ángel guardián de un verdadero profeta, y no el ángel guardian de todo cristiano. De hecho el mismo Hermás está comprometido con el ángel del arrepentimiento. Pero el Ángel del Espíritu sólo inspira a un profeta verdadero. Hemos visto que hay muchas razones para suponer que este concepto fue tomado por Hermás de la tradición judeo-cristiana, porque el Espíritu como ángel guardián también era conocido por Clemente de Alejandría y Aphrahat. Estos últimos, sin embargo, no decían que el Ángel del Espíritu sólo inspiraba al verdadero
profeta, aunque esto parece haber sido el caso de Mani.

De acuerdo con el Codex Mani de Colonia, algunos de los Elkesaitas, entre los que vivía Mani, y a los que habló sobre sus nuevas ideas, lo consideraban un profeta (hôsei prophètèn); y algunos incluso dicen que la Palabra viviente habló a través de él. Mani fue considerado, por algunos de sus compañeros judíos-cristianos, como un profeta en todo el sentido de la palabra en el cristianismo primitivo, es decir, como alguien que se inspiró en el Espíritu Santo para entregar un mensaje especial a la congregación, al igual que Agabus en Hechos 11:27. Y es muy probable que Mani en ese momento compartiese su convicción y se viese a sí mismo como un profeta en este sentido. Mani es, por así decirlo, el último representante de ese arcaico desarrollo que, en la Iglesia de los gentiles, tarde o temprano fue eliminado y reemplazado por el episcopado monárquico, pero que en el judeo-cristianismo parece haber persistido por mucho tiempo.


El pasaje citado del Codex Mani es una alusión a la tan especial doctrina de las sucesivas revelaciones del verdadero profeta, que encontramos en los escritos Pseudo-Clementinos. Mani adoptó esta doctrina y la desarrolló de modo que Buda, Zoroastro, Jesús (y, probablemente, También Elkesai), fueron considerados como los predecesores de Mani, el sello de los profetas.


Asimismo, Mani transformó el concepto judeo-cristiano del Ángel del Espíritu como guardián especial del verdadero profeta.
No es que él lo modificara, sino que lo enriqueció para hacerlo realmente gnóstico. Pero sostuvo que este Gemelo no era nada ajeno a él, sino idéntico, de hecho, con su Ego empírico.

Como el Codex Mani de Colonia (24,9) dice:


Lo reconocí,

que Él era yo,

de quien yo había sido separado.


Otras Lecturas


* J. van Oort, “The Paraclete Mani as the Apostle of Jesus Christ and the Origins of a New Christian Church”, in: A. Hilhorst (ed.), The Apostolic Age in Patristic Thought, Leiden-Boston 2004, 139–157.


* J. van Oort en G. Quispel, De Keulse Mani-Codex. Vertaald, ingeleid en toegelicht, Amsterdam 2005.

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