EL DIOS-HOMBRE
Por Gilles Quispel
Traducción: +Thelarbus
El Poimandres cuenta el origen del cosmos y del hombre. Este texto data probablemente del primer siglo de nuestra era, y proviene de una congregación hermética de Alejandría. Era como una logia masónica, de la que los egipcios, Judios y griegos podían ser miembros.
El Poimandres describe cómo Dios, que es la vida la luz, da a luz a un ser celestial semejante a Él, a quien le da toda su obra. Su nombre es Anthrôpos, Hombre. Además, quería también crear y apoyarse a través de la armadura de las esferas, y se prendó de la Naturaleza, una especie de Tierra Madre. Él se une a ella.
Es por esta razón que hay un elemento divino en cada hombre.
Por su parte, la Naturaleza produce cuerpos de acuerdo con la forma ideal del Hombre trascendente.
La influencia del Génesis es más que evidente. El hombre, Adán, es creado a imagen de Dios. Lo que sorprende, sin embargo, es que esa imagen está en su cuerpo. Esto es una concepción que se encuentra tanto entre los Judíos como en los judeo-cristianos, aunque nunca entre los Griegos y los Padres católicos, que querían encontrar la imagen de Dios sobre todo en la razón, el libre albedrío y el alma.
Además, es evidente que el Anthropos celeste no es otra cosa que la Gloria del Señor que, de acuerdo al profeta Ezequiel, tiene la forma de un hombre.
Pero esta imaginería hebrea se combina en el Poimandres con una concepción griega. El Anthropos es a la vez el ejemplo platónico, por el que el hombre es imagen y semejanza. La Gloria se convirtió en Idea, de un mito imaginativo llegamos a un filosofema racional.
Es cierto que Platón no admite que haya una idea del hombre, lo cual es verdaderamente notable y sorprendente. Pero los seguidores de Platón de un período posterior, pertenecientes a la escuela llamada platonismo medio, veían bien la idea de que el hombre era una realidad espiritual y trascendente. Entre ellos se encontraba un tal Eudoro, que enseñó en Alejandría en el siglo primero antes del inicio de nuestra era, y que ejerció una enorme influencia en los Judios, los gnósticos, los herméticos y los cristianos de es ciudad. Sólo hay que pensar en Philon y en Orígenes.
Por Gilles Quispel
Traducción: +Thelarbus
El Poimandres cuenta el origen del cosmos y del hombre. Este texto data probablemente del primer siglo de nuestra era, y proviene de una congregación hermética de Alejandría. Era como una logia masónica, de la que los egipcios, Judios y griegos podían ser miembros.
El Poimandres describe cómo Dios, que es la vida la luz, da a luz a un ser celestial semejante a Él, a quien le da toda su obra. Su nombre es Anthrôpos, Hombre. Además, quería también crear y apoyarse a través de la armadura de las esferas, y se prendó de la Naturaleza, una especie de Tierra Madre. Él se une a ella.
Es por esta razón que hay un elemento divino en cada hombre.
Por su parte, la Naturaleza produce cuerpos de acuerdo con la forma ideal del Hombre trascendente.
La influencia del Génesis es más que evidente. El hombre, Adán, es creado a imagen de Dios. Lo que sorprende, sin embargo, es que esa imagen está en su cuerpo. Esto es una concepción que se encuentra tanto entre los Judíos como en los judeo-cristianos, aunque nunca entre los Griegos y los Padres católicos, que querían encontrar la imagen de Dios sobre todo en la razón, el libre albedrío y el alma.
Además, es evidente que el Anthropos celeste no es otra cosa que la Gloria del Señor que, de acuerdo al profeta Ezequiel, tiene la forma de un hombre.
Pero esta imaginería hebrea se combina en el Poimandres con una concepción griega. El Anthropos es a la vez el ejemplo platónico, por el que el hombre es imagen y semejanza. La Gloria se convirtió en Idea, de un mito imaginativo llegamos a un filosofema racional.
Es cierto que Platón no admite que haya una idea del hombre, lo cual es verdaderamente notable y sorprendente. Pero los seguidores de Platón de un período posterior, pertenecientes a la escuela llamada platonismo medio, veían bien la idea de que el hombre era una realidad espiritual y trascendente. Entre ellos se encontraba un tal Eudoro, que enseñó en Alejandría en el siglo primero antes del inicio de nuestra era, y que ejerció una enorme influencia en los Judios, los gnósticos, los herméticos y los cristianos de es ciudad. Sólo hay que pensar en Philon y en Orígenes.
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