sábado, 15 de octubre de 2011

El Éxtasis de Pablo - VII


EL ESPÍRITU COMO UN DON.

Dr. Gilles Quispel

Traducción: +Thelarbus

De acuerdo con San Pablo, hay una fuente que fluye e inspira en la fuerza interior del cristiano que no es el intelecto y que no es universal y común a todos los seres humanos: es el Espíritu, llamado Pneuma, o, a veces, Noûs en griego, el cual debe distinguirse de la Psyché, el alma:

“El hombre psíquico (que tiene sólo un alma y por esta razón es un pobre diablo) no acepta las revelaciones del Espíritu de Dios, pues para él es locura. En realidad, este hombre ni siquiera es capaz de aprovecharla con una Gnosis profunda, ya que sólo el hombre que tiene en sí mismo el Espíritu puede juzgarlo. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque de hecho, en la misma Escritura se dice: «¿quién nunca ha conocido el Espíritu de Dios, cómo puede aconsejar?». Ciertamente, no un hombre sin Espíritu. Pero nosotros, nosotros hemos recibido el Espíritu. Pero el Espíritu de Dios conoce a Dios mismo. Por lo tanto podemos afirmar con seguridad: "Nosotros, que conocemos a Dios." (1 Corintios 2:14-15).

Los escritos herméticos subrayan de nuevo que el Espíritu no es dado a todos:

Solicitud de Hermes: "¿Todos los hombres, en efecto, no tienen Espíritu?"

Respuesta de Poimandres: "Controla tu lengua mi querido amigo. Yo, el Espíritu en sí mismo, estoy sola y exclusivamente con los que son santos y buenos y misericordiosos, estoy junto a los que obran reverentemente, y mi presencia se convierte para ellos en un "adiutorium gratiae", de suerte que así conocen todo el Todo" (Poimandres 22).

La oración de acción de gracias a Dios, verdadera Eucaristía que cierra el Asclepius hermético en latín y que se transmite en una versión más auténtica en uno de los Códices coptos de Nag Hammadi, contiene el pasaje siguiente:

"Te damos gracias todos nosotros. El alma y el corazón están tendidos hacia Tí, ¡oh Nombre imperturbable!, honrado con la denominación de "Dios" y bendecido con la denominación de "Padre"; ya que cada uno y el Todo comparte la benevolencia paterna, el afecto (Eros), el amor (Agapè) y cuanta enseñanza sea dulce y simple, gratuitamente dándonos el Espíritu, el Verbo y la Gnosis; El Espíritu, antes, para que podamos entenderte por la intuición, el Verbo, después, para que podamos interpretarte y la Gnosis, al final, para que tengamos la experiencia Tuya." (Asclepius 41)

El Asclepius latino también dice que el Espíritu (en latín: sensus) es un don de la gracia, que se concede sólo a unos pocos elegidos:

Pregunta: "Trismegisto, ¿es qué el Espíritu no está en todos los hombres?"

Respuesta: "No, Asclepio, todos no alcanzaron la Gnosis auténtica".

Estos puntos de vista ya estaban circulando en los medios herméticos mucho antes del período durante el cual los tratados herméticos, preservados en el "Corpus Hermeticum" fueran escritos durante el primer, segundo o tercer siglo de nuestra era.

Esto resultó gracias al descubrimiento de las "Definiciones Herméticas" armenias y griegas, recientemente identificadas por J.-P. Mahé y J. Paramelle: en efecto, datan de mucho más tiempo que los tratados filosóficos del Corpus y pueden muy bien ser pre-cristianas. He aquí algunos ejemplos:

"El Logos dotado de Espíritu es un don de Dios." (V, 3).

"Así como el cuerpo, si no tiene ojos no ve, lo mismo también el alma, si no tiene Espíritu está ciega." (VII, 3).

"Cada hombre tiene un cuerpo y un alma, pero no toda alma tiene un Espíritu." (VIII, 4).

Estos dichos de Hermes, que muy bien pueden ser anteriores a San Pablo, muestran muy similares puntos de vista con los del apóstol sobre el hombre psíquico y el hombre pneumático. El cristiano y el hermético, ambos confiesan que el Espíritu y la Gnosis son un don de la gracia.

Es obvio que tales creencias son absolutamente contrarias a todo lo que los filósofos griegos y los filósofos de todos los tiempos han pensado. Según ellos, el espíritu, identificado con el intelecto y la conciencia razonativa, ha sido siempre una cualidad e incluso la propiedad privada del hombre en su sentido más general, y más especialmente del sabio o del filósofo.

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