jueves, 20 de octubre de 2011

San Agustín y el Evangelio de Tomás - I



Por Gilles Quispel

Traducción: +Thelarbus

Fue H.-Ch. Puech quien identificó el Evangelio según Tomás encontrado en Nag Hammadi, ya que determinó que los "Dichos de Jesús" encontrados en Oxyrrhynchus (PAP. Buey. 1, 654, 655) eran una parte de la versión griega de este texto. Además, fue el primero en sugerir que este Apócrifo fue escrito en Edesa, y que el propio Mani debe haberlo conocido, como lo demuestra el inicio de su Epistula Fundamenti.

Esta última constatación nos llevó a preguntarnos si san Agustín también estaba familiarizado con el Evangelio de Tomás.

Dicha hipótesis no es improbable. El gran doctor africano fue maniqueo durante un largo e importante período de su vida. Es probable que los maniqueos de Occidente hayan traducido este apócrifo, como tantos otros, en latín. Finalmente, parece cierto que los maniqueos del norte de África, y el mismo San Agustín, utilizaron una versión latina del Diatessaron de Taciano, tal y como era conocido por el propio Mani y sus discípulos orientales. Pero si la hipótesis no es improbable, siempre es necesario probarlo. Ahora creo haber encontrado un pasaje en San Agustín que podría indicar que él conocía bien el apócrifo ahora tan famoso. De hecho, escribió: De sermone domini in monte, II, 17: sed si in caelis tamquam in superioribus mundi partibus locum dei esse creditur, melioris meriti sunt aves, quarum vita est deo vicinior.

El movimiento del pensamiento es muy agustiniano. Como se sabe, el doctor de la gracia se dirige contra aquellos que tienen una concepción demasiado antropomórfica de las cosas del espíritu y se imaginan que Dios se localiza en un lugar espacial que sería el cielo. Contra de este punto de vista, tan ingenuo y materialista, objeta que en este caso los pájaros del cielo tendrían mejor posición que nosotros, porque viven en el aire, y por lo tanto estarían más cerca de Dios que los hombres.

Por lo tanto llegamos a la conclusión de que Dios y el alma humana son dones espirituales, y que pertenecen a un mundo no espacial.

No hay duda de que este pasaje muestra similitudes profundas con un Dicho del Evangelio de Tomás:

Jesús dijo: Si aquellos que os guían os dijeran, "¡Ved, el Reino está en el Cielo!", entonces las aves del Cielo os precederían. Si os dijeran, "¡Está en el mar!", entonces los peces del mar os precederían. Más bien, el Reino de Dios está adentro de vosotros y está fuera de vosotros. Quienes lleguen a conocerse a sí mismos lo hallarán y cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, sabréis que sois los Hijos del Padre viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, sois empobrecidos y sois la pobreza. (Logion 3).

La espiritualización e interiorización del Reino de Dios en sí mismo es bastante común. Se podría esperar que el Evangelio se difundiese en el mundo helenístico y tuvo que ser traducido en las estructuras del pensamiento griego. Sin embargo, el argumento de las aves, es más bien raro. Hasta el momento no hemos identificado ningún pasaje de un autor patrístico que contenga la misma concepción. Por lo tanto, uno se inclina a suponer que este pasaje revela una cierta familiaridad de San Agustín con el Evangelio de Tomás.

Si es así, parece muy probable que el santo llegase a conocer este escrito durante su período maniqueo. ¿No nos dice él mismo, que entonces se alineaba con la opinión de los críticos maniqueos que le pedían si Dios estaba circunscrito a los límites de una forma corporal? (Conf. III, VII, 12)? En este mismo pasaje, señala que entonces no sabía que Dios es espíritu, como si no conociera el materialismo crudo y duro de la metafísica maniquea.

Sus ideas tan espiritualizadas, acerca de Dios y el alma como imagen de Dios, no le vendrían sino tras el encuentro con Ambrosio y con el neoplatonismo. Sin embargo, es necesario hacer alguna reserva sobre la autenticidad de estas memorias. Porque el Evangelio de Tomás ya contiene esta interpretación altamente espiritualizada del Reino de Dios, que recordaría más tarde.


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